jueves, 3 de septiembre de 2009

PORTADA



EDITORIAL

Hoy día, saber ¿qué construye a la sociedad? es un punto de discernimiento en el devenir mismo de la sociedad. Un mundo en desterritorializacion y despolitización, que se recrea en las bases de la intercomunicación global, se han convertido en el común denominador de la construcción social en todos sus ámbitos. El mundo se acerca a la visión de toda la humanidad, por medio de cables de fibra óptica, volviendo lo local en global, dilucidándose el uno, el otro, la persona, el humano dentro de una basta red de información sin orientación alguna que no sea la tecnología per se. Así, saber quienes somos y que lugar ocupamos dentro del contexto globalizador, se convierte en tarea de todos los días en todos los ámbitos, que hacemos para ser humanos y que tan humanos seguimos siendo dentro de nuestro entorno.

HAUD CIVITAS

En esta ocasión queremos presentarles una novela de ciencia ficción realizada por un escritor texcocano. Su nombre es: "Haud Civitas" del autor:Guillermo Ciutadella de la Cruz. Aquí les presentamos la reseña de la novela, esperando despertar la curiosidad sobre su lectura. La cual podrán adquirir poniéndose en contacto con el autor vía e-mail: gcc_ii@hotmail.com


Haud Civitas

Guillermo Ciutadella de la Cruz

Reseña


Tras catastróficos sucesos económicos, sociales, bélicos & naturales ocurridos en la segunda y tercer década del joven siglo XXI, hicieron que la estancada y marginada humanidad diera un gran giro en pro de su salvación corrigiendo aquellos lamentables errores que tanto la caracterizan hasta el momento en que una extraña y horrible enfermedad de nombre RIA o peste triste hizo su aparición en Europa y parte de Asia diezmando una gran parte de la población de estos continentes dejando una secuela irreversible en las mujeres, no poder procrear...

Llegando de esta forma hasta el año 2026 en el que Ditry Lebègue General del Ejército de tierra Frances esta encargado de un proyecto secreto llamado Nu Linothorax y Su esposa Montserrat de La Sorlan, una acaudalada joven de la alta sociedad de Orleans, consiguieron procrear a su primera hija, la pequeña parisina de nombre Monse Lebègue gracias a un misterioso y turbulento programa militar llamado CER del que Ditry tiene perfecto conocimiento y que de alguna forma tenia increíbles resultados en los bebes nacidos por esta tecnológico proceso a diferencia de la también enigmática cura contra el RIA que ofrece la autoproclamada creencia madre o religión Kunòlísha de origen Africano de la que aun se desconoce su origen e intenciones, pero que ha logrado consolidarse ganándole terreno a las grandes religiones del mundo causando de esta manera graves conflictos y rupturas internacionales.

Al paso del tiempo Monse que vivía felizmente con sus padres, despierta de un coma en la cama de un hospital militar a sus 14 años, sin saber lo que ha ocurrido con su vida antes de ese momento hasta que una extraña de nombre Dominique Lüdi, aparece ante ella recordándole algunas cosas sobre la turbulenta vida que a tenido recordándole la muerte de sus padres y el por que Monse es por así decirlo, casi propiedad del Ejército de tierra francés tras su ingreso en una institución de educación militar, lugar en el que logro hacer muy buenos amigos así como sentirse bien consigo misma.

PINCELADAS

Sergio Calderon Alvarado

Pintor de chimalhuacán Estado de México


INTERSTICIO

Sergio Calderon





INDELEBLE


Sergio Calderon

miércoles, 2 de septiembre de 2009

REENCUENTRO CON LA NATURALEZA

Por: Ing. Sergio Trueba*
“a Esperancita”


Reencontrarnos con la naturaleza es reencontrarnos con las fuentes de vida en nuestra casa el planeta viviente, la Madre Tierra.

Somos parte intima e indivisible de nuestro planeta, nuestra gran casa que nos lleva a través del espacio para recibir la fuente de energía que es el sol. Nuestro planeta viviente, la Madre Tierra que nos sustenta la vida y da los alimentos para todos los seres vivos.

La conservación y el encuentro de la naturaleza deberán ser siempre actos que conserven la vida en todos los ambientes.

El reencuentro con la naturaleza será siempre un acto universal y planetario, nunca aislado. Este reencuentro será siempre activo y vivo en todos sus actos y ambientes debe ser siempre universal. Volvamos los ojos a la naturaleza que fue creada para dar vida a nuestro planeta con los cuatro recursos maravillosos de la Madre Tierra.

El reencuentro con la naturaleza es un frente con el que el desarrollismo depredador de la industria globalizadota, explotadora y deshumanizada que saquea los recursos materiales y humanos de los países, sin importar cuantas especies desaparezcan de plantas, aves, peces y miseria en el humano.

Esta industria depredadora y saqueadora de los recursos de los países ha modificado a tal grado el clima del planeta tierra que hoy tenemos huracanes sin control en su mismo territorio, es la industria destructora que contamina el suelo, el agua, la atmósfera y saquea los recursos de los bosques y su biodiversidad, de plantas medicinales, esta industria destructiva es la industria de la muerte.

En nuestro país hemos logrado una alianza para conservar la naturaleza viva. El conocimiento ancestral con una antigüedad de 20 mil años en la aplicación de medicina herbolaria, ciclos lunares y solares, germoplasma criollo de maíz-fríjol, plantas medicinales que hoy llegó en los herbarios a 6,500 plantas.

El otro aliado de la naturaleza es el conocimiento ecológico de las universidades, politécnicos, e instituciones tecnológicas que sistematizan la alianza del conocimiento de la naturaleza creando así una conservación humana ética y social para que el planeta tierra sea duradero en los recursos de agua, tierra, vegetación, energía solar y humanos.

Un encuentro con la naturaleza significa humanizar la naturaleza, que sea un proyecto ético para la vida. No asilemos a la naturaleza en reservorios mediocres, participemos con la biodiversidad de la naturaleza que es fuente inagotable de recursos de la Madre Tierra que nos sustentara por los siglos de los siglos como una fuente dadora de vida, de acuerdo al cuidado que se tenga de ella, ya que ella esta llena del otro recurso de vida que es el agua, que canta en los arroyos, lagos y mares que sustentan el tercer recurso de vida que es la vegetación, dadora del oxigeno para la vida y toma los tóxicos de dióxido y monóxido de carbono que la industria desordenada envía a la atmósfera de este planeta. Vegetación que cubre a la Madre Tierra y los mares que mantienen vivos a todos los habitantes de este planeta. Esta biomasa verde de la tierra y del mar que se alimenta del cuarto recurso de vida en nuestro planeta es la energía solar, que fabrica alimentos para los habitantes de la tierra, cubre la superficie terrestre con esa biomasa verde de árboles, de plantas alimenticias y de la belleza de selvas, llanuras y bosques.

Hagamos de este reencuentro con la naturaleza el proyecto mas grandioso de vida para que la naturaleza encuentre en la ecología un principio ético, sustentable y humano para todos los seres vivos de este planeta.

Hagamos un frente al proyecto destructivo de la industria globalizadota, la industria de la muerte. Por que todo proyecto que se haga con la naturaleza tendrá siempre un éxito asegurado para la vida en nuestro planeta viviente de la Madre Tierra


*Ingeniero químico, Nació en 1937, egresado de la Escuela Nacional de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional Autónoma del México en 1963.

SUCEDE

Por: Aníbal Pacheco Salazar*


Sucede que el invierno suicida
Sucede que el verano ya pasó
Sucede que se llevó mi vida
Sucede que lo nuestro terminó.

Te vas, te pierdes así en mis sueños
Aunque el adiós destroce la razón,
Si ni del presente somos dueños
Vida mucho menos del corazón.

¿Cómo pues pedir que la cadenas
a las que ahora estoy sometido
se rompan… se aniquilen mis penas?

¿Cómo borrar así lo vivido?
¿Cómo podré sacar de mis venas
lo que en este otoño ha sucedido?





*Estudiante de historia UNAM
correo:
chelsea_englandfc@hotmail.com

EL SIGILO DEL MAESTRO

Por: Alejandro Panizzi*



Hasta donde se sabe, la primera noticia de cierto suceso fue proporcionada o concebida por el abogado Julián Ripa.
Mucho antes de convertirse en escritor, fue incapaz de declinar su vocación docente y la ejerció en la Escuela rural con internado N° 15 de la Colonia Pastoril Cushamen, en la Provincia del Chubut, entre los años 1936 y 1943.
En su libro “Recuerdos de un maestro patagónico”, el doctor Ripa evoca, de modo idealizado, su peripecia en una mísera comunidad indígena, en el corazón de la meseta patagónica, y sus crónicas pertenecen a un ambiguo género entre la literatura y la historia o la geografía.
Allí, anotó cómo se las arreglaba, en ese caserío atormentado por la escasez, el viento terroso y el frío, para enfrentar las penurias que se habían situado delante de sus ojos y llevar alimento a aquellas mesas rústicas, para medio centenar de niños, sin recursos de ninguna clase.
Sobre Cushamen, un terreno yermo, raso y desabrigado, de viento implacable, en donde el tiempo ha dejado de existir, Ripa describió la suerte, más o menos adversa, de los primeros estudiantes de la escuela: Valeriano, Rosita, Josefina, Casimiro, Victoriano, Leocadio, María Rosa...
Hasta que se atrevió a escribirla –y lo hizo con minuciosidad –, negó la realidad de una historia extraordinaria o terrible. Fuera de esta única alusión, la mantuvo cuidadosamente reservada y oculta.
No obstante esa precaución, no logró evitar que el misterio se hiciera público.
Ocurrió durante una gélida madrugada de 1943, su último año como maestro rural. Los varones de la escuela, aterrorizados, lo despertaron porque en el aula empleada como dormitorio había un diablo, que se les arrimaba, se trepaba a los bancos y se colgaba de los tirantes del techo. La descripción que de él hicieron los escolares se detiene en los detalles más pequeños, incluso en los gestos y en el color de los ojos. Era un demonio ágil, menudo y brillante como el fuego.
La crónica del docente describe el enorme esfuerzo con el que, sin éxito, procuró convencer a sus estudiantes, linterna en mano, de que no había tal diablo, que era una mera superstición y que sólo existía en las leyendas de los antiguos araucanos.
El alboroto de los varones hizo despertar a las niñas. María Rosa le pidió a gritos al maestro que creyera en lo que, con unanimidad, clamaban las voces lastimosas de esa veintena de chicos, requiriendo protección, estremecidos por el demonio.
La partida de Ripa del paisaje disperso de Cushamen se atribuyó a la decisión de iniciar su carrera de abogado. Aunque no es difícil conjeturar que el repentino cambio fue orientado por aquel suceso, cuya ocurrencia prosiguió asignando a la imaginación de sus discípulos, hasta el fin de sus días.
La mayoría de esos niños y niñas pasaron toda su vida en Cushamen y adquirieron allí una buena educación en trabajos rurales, a pesar de que muchos de ellos vivirían después de sueldos públicos.
Hasta la llegada de otro director, los Calfuquir, Valeriano y Leocadio, luego de la partida de Ripa de la aldea, a duras penas, se hicieron cargo del grupo. Leocadio –cuya fama de invencible domador de caballos se extendió por toda la Patagonia – no se marchó, sino hasta poco después de la muerte de su hermano mayor.
María Rosa, con el tiempo, contrajo la capacidad de invocar al dueño de la tierra y de los hombres y se le atribuían destrezas extrañas a la razón.
Desde chicos, los Calfuquir, fueron diestros en las faenas de campo tradicionales. Para ganarse la vida, recorrían la meseta y el sur de la provincia participado de festivales de jineteada acá y allá y con frecuencia, practicaban la esquila de ovejas.
Una madrugada de otoño, Lecoadio soñó, con vigor, que estaba obligado a huir, pero sus piernas no podían moverse. Despertó apenas. Sintió que no contaba con la lucidez suficiente como para reconocer la diferencia entre el ensueño y la vigilia. Pero sí bastante como para concebir la esperanza de algún vestigio, un rasgo inmaterial que le permitiera interrumpir ese entresueño.
Con esa inteligencia precaria, supuso que otros ojos lo veían, que atraían la tenue luz de la luna reflejada en su cara. Se sintió observado y reconocido. Oyó una respiración y por fin, unos pasos que se alejaron. Quiso abrir los párpados y acabar con esa ardua representación. Poco a poco fue recobrando la conciencia. Al fin, la opresión del corazón y la dificultad de inhalar y exhalar el oxígeno de sus pulmones lo obligaron a despertar por completo.
Pudo levantarse y fue hasta la pieza de Valeriano. Lo halló enfermo, duro como un vidrio y con los ojos abiertos mirando a la nada. En todo su recorrido creyó sentir el vaporoso calor de una presencia próxima.
A la mañana siguiente, María Rosa anunció al poblado que el demonio y su sombra habían visitado una vez más a los Calfuquir.
Durante los días sucesivos, Leocadio se negó a encontrar explicación a la dolencia de su hermano, que siempre tuvo, igual que él, una salud infranqueable a los deterioros.
Valeriano empeoraba. Comenzaron a petrificarse su piel y sus huesos y después, sus órganos. Nadie supuso que su muerte fue provocada sólo por una grave enfermedad.
Para entonces, también comenzaron a percibirse ruidos inexplicables y otros fenómenos físicos en las casas de adobe. Estos hechos y la revelación de María Rosa excitaron las inquietudes de todos.
Tres días después del funeral de Valeriano, promovido por aquella sublevación colectiva de los ánimos, el cura de la localidad de El Maitén, distante de Cushamen, apenas a un viaje de ambulancia, compareció inopinadamente para hacerse cargo del asunto y desbaratar las supersticiones autóctonas.
Horas antes del arribo del sacerdote a la aldea, en una infeliz jineteada, Leocadio se animó con un potro invicto de Sarmiento, bautizado Conmigonó, como para tornar ociosa toda explicación. Un jinete imbatible montaría un caballo indomable.
De un corcovo irreal, el potro frustró la exhibición de la destreza del jinete y le hizo perder, por completo, el movimiento de sus piernas. Lo llevaron al hospital de Esquel, donde sólo permaneció internado unos pocos días.
El cura era un hombre viejo, proveniente de Italia, rudo y de ingenio perspicaz, que abominaba de los indígenas, en especial, de los antiguos mapuches y tehuelches, a quienes acusaba de idólatras y politeístas.
Todos, de inmediato, lo ungieron como exorcista, como representante de la comunidad y enemigo legítimo contra el espíritu maligno. El sacerdote no contradijo esa investidura.
No esperó al domingo sino que dispuso que esa tarde se efectuara la misa contra el ángel de la perversión. Mientras una camioneta trasladaba a Calfuquir a la ciudad, se hacían los aprestos para la ceremonia.
En Esquel, Leocadio compartía la sala con dos hombres, un joven albañil que se recobraba de una cirugía del apéndice y un policía que había recibido un disparo accidental en el abdomen, al que los médicos no se animaban a operar. A poco del arribo de Calfuquir, el policía, como se esperaba, falleció.
Esa noche el albañil abandonó a toda prisa su convalecencia pidiendo auxilio. Dijo que Leocadio hablaba con la voz del policía muerto. Aunque nadie se lo tomó con seriedad el joven no permitió que lo reinstalaran en la misma sala que Leocadio.
A partir de ese incidente, se le culpaba de generar la sospecha de algo peligroso, de un daño muy próximo.
En el hospital no se atrevían a mirarlo a los ojos por temor a que leyera en ellos lo que pensaban.
Más allá de esas desmedidas valoraciones, lo cierto es que Leocadio no presentaba mejoría alguna y los médicos habían resuelto trasladarlo a otra ciudad para someterlo a una cirugía. O para deshacerse de él.
Como no había capilla, el cura llevó el conjuro a cabo en el aula de la Escuela N° 15. El anciano esperó el silencio perfecto y luego de persignarse fue directo al grano.
–Mi misión en la Tierra es evitar que los espíritus inicuos dominen este mundo. El mismo Satanás y los sirvientes que se le unieron en su rebelión contra Dios pueden convertirse en personas reales. Seamos fuertes y enteros contra las maquinaciones del Diablo ¡No nos dejemos dominar ni abatir! Me pongo al frente de esta guerra que no es contra hombres, sino contra el amo de la oscuridad, contra las fuerzas espirituales malvadas, enemigas de la humanidad y del Altísimo. ¡Fuera de este pueblo, Satanás!
Al día siguiente, el cura murió. Lo encontraron muy temprano, frente a la escuela, en un canal de agua seco, que un par de décadas atrás Ripa y sus alumnos habían desviado del arroyo Cushamen, con picos y palas.
Tenía un corte en todo el borde del cuero cabelludo desde una sien hasta la otra, y pasaba por sobre las orejas y la base de la nuca. Le habían levantado la coronilla y le taparon la cara con ella. En la parte interna de la piel que cubría el cráneo, habían colocado los ojos en el lugar de las órbitas de donde fueron extirpados.
La mañana de ese mismo día, Conmigonó murió indómito y llevaron su cuerpo al predio de jineteada Sarmiento, en el que fue sepultado con honores.
El hecho de que Leocadio estuviera en Esquel en ese momento constituía una coartada irrefutable de ambos sucesos, pero no una buena excusa.
La séptima noche de su internación, Leocadio recuperó la movilidad sin esperar la opinión ni el alta de los médicos y regresó por sus propios medios a Cushamen.
El pueblo se atestó de policías, quienes a pesar de su excesiva cantidad, la agitación y la dedicación empeñosa, no lograron conquistar ninguna pista del homicidio del sacerdote, ni comprenderlo, ni explicarlo. El mero transcurso del tiempo y el fracaso de la pesquisa consagraron al asunto como irresuelto, hasta que, con la aprobación de la comunidad, se disipó.
Leocadio Calfuquir carecía de toda inclinación pecaminosa, pero, además del don de la curación propia, era capaz de imitar la voz de los muertos. Según dicen, hasta de hablar con ellos. Todavía doma caballos en el campo de Malerba, en Buen Pasto. No lejos de donde enterraron al tenaz potro que lo dejó tullido por una semana.
Oficialmente, aquellos eventos carecen de realidad y sólo consisten en la imaginación de mapuches tardíos.
Acaso para eludir la tragedia universal de los hombres y de su historia, no hay persona en Cushamen que se atreva a admitirlo, pero saben que existe un diablo brillante o invisible en la meseta patagónica.
Todos conocen que hubo un secreto, pero nadie, que hubo dos. O casi nadie.
Julián Ripa lo sabía.

FIN

Alejandro Panizzi. correo: apanizzi@juschubut.gov.ar

BUSQUEDA Y RESPUESTA DEL AMOR

Por: Humberto X. Calles Guerrero*



Anoche me pregunté qué es el amor. Busqué y rebusqué, interminablemente, en mi razón un razonamiento que definiera –como definimos a la lógica, la subjetividad, el ser y el existir, y aquí cabe el etcétera-, pero, sin duda, me encontré frente a un muro leproso de soledad. A punto estuve de correr hacia él, y romperme la crisma; cuando una mujer, que pudo ser una niña, o al revés, se reveló en la esquina de la calle cual relámpago en un cielo nublado. Este sujeto femenino me miró directamente a los ojos, y viceversa, y – todavía no sé por qué- echo a correr dejando volar una cantidad de huevos guardados en una bolsita de cristal. Entonces, ése relámpago golpeó mi cabeza; me noqueó y tumbado en el piso pensé que tal vez tenía una respuesta. Es decir, tal vez, porque me di cuenta que el amor no es la búsqueda: buscar un hombre, o una mujer, en los bares, en los kioscos, en los lugares de básquetbol, y encontrar al peor de todos y quedarse con él (extraña afición de las mujeres de mi comunidad).
Con base en el anterior planteamiento, realicé la idea de que, entonces, el hombre y la mujer
–concebidos como pareja- después de uno o dos meses dejan de susurrarse un frívolo, pero más correcto, te quiero. Dícense ahora: te amo.
Concluí, por fin, que el amor es la forma superlativa de querer. ¡Qué alegría! La mía. Había encontrado la definición, sólo que ahora constaba de ponerla en práctica.
Me levanté del asfalto, con los pantalones ennegrecidos del trasero, y me eché a andar por la turba. Primero, fui al mercado; sin saber que, en ese lugar bullicioso y colorido, se vendría abajo mi respuesta. Caminé pasillo por pasillo, perdiéndome entre la mirada de los que no me querían, o no podían, ver. Luego, frente a un puesto de frutas pronuncié, en mi mente, las siguientes palabras: quiero un plátano… Fue un largo shock que solo reforzó mi voto de silencio: …entonces ¿amo a un plátano? ¡Jamás! No amo ni a las frutas, ni a las verduras; sólo me gusta la carne.
Así, pues, amar es querer lo que no te gusta ¿o no? Nada más se me ocurrió correr, correr y correr; y corrí, corrí y corrí hasta la pared antes mencionada y la vi y le mordí la orilla. Estuve ahí, dos o horas o más, con mis bruces incrustadas en los ladrillos de tan cacariza superficie amándola.



*Edad 19. estudiante Lengua y literaturas hispánicas, en la Facultad de Filosofía y Letras UNAM. punktrash_1@hotmail.com

INCONSTANTE

Por: Juan Carlos Gonzalez Rocha*

Una constante de vida es la probable partida,
Nunca es única, pero siempre la más vana,
La del horizonte que guarda la despedida
Al doblar de las infinitas campanas.

Hoy, la misericordia del tiempo y del espacio
Son la inmutable prueba de los sueños que nos acompañan,
De las risas que no se ríen, de los llantos que no se lloran,
De los gritos que no se entienden y de las miradas al vacío

Noble espera, sino es que desidiosa ha sido,
Con aspiración a pobre esperanza,
Que aspira ha cariño no correspondido;
Sino es que solo ha aparentado confianza.

Más bien despedida no sombría,
Que se disfraza de compasión,
Que aspira a simple devoción,
Pero que se esconde en aparente nostalgia.

Así, ya no espero
Por que es condescendencia;
Que me ha reflejado en aspiración
Al horizonte al que te vi partir.

Y si, ahí estas aun en la salida;
¡Que mejor que no entienda¡
¡Que mejor que sea decidía¡
Que mejor que sea lejanía compartida


*Lic. en ciencias políticas y administración publicaCorreo: zweck_xx@yahoo.com.mx

HIEROFANÍA

Por: Antonio Rocha Buendía*


I
Un sendero elíptico, un juego de sombras y grietas

bifurcado por la humedad de una serpiente inquieta.

Una metáfora del vacio, del caos.

Una caverna ingénita.

Noche imperiosa custodiada por lunas que mienten ser eternas, imperturbables, ciegas.

Una costura metafísica de lo roido por el tiempo.

Siempre un llegar a ser.


II

Tu boca es el sentido, la génesis del mundo

Es hermoso ver nacer las cosas

en el acto mismo en el que las nombras.

Todo deviene en el fluir de tu aliento

en el murmullo sacro que se afirma entre tus labios y el viento.

Y cuando callas, y recoges tu aliento,

y no nacen las cosas de tu boca, y no das sentido al universo,

entonces yo callo también y contemplo tu silencio.

Un silencio que se rompe,

que ha nacido para romperse.

¡Y esa es su fatalidad!

ser transgresión y límite

de una escindida realidad.
*Estudiante de filosofia y letras de la UNAM correo: panta-rei_rocha@hotmail.com

PARSINOMIA

Por: GabitaCamila



Partícula de cáncer retorciendo mis entrañas,
saboreando mi dolor,
recorriendo lentamente cada célula viviente
arropando entre sus brazos cada segundo de esta inútil vida
rompiendo con deshechos de un pasado denso.
“¡¡¡Corroe cada parte de mi ser, anda!!!
Destruye todo lo que un día fui,
si es que algún día fui."
Ya que importan las
si al final este cuerpo será devorado por gusanos
y con suerte lo dejarán
tres metros bajo tierra

descansando de la vida
atormentándose a su muerte…

LA NOCHE DE LAS ALMAS

Por: Juan Carlos González Rocha*

Parado frente a la casa de mis padres, miro atento los cientos de almas que deambulan por el lugar; las visitas siempre han sido constantes, pero en esta ocasión el halo que se percibe es totalmente distinto. Muchos colores¡¡ entre los que predomina el blanco tratan vanamente dar alegría al espacio, las luces son tenues y muy escasas, a lo mucho cuatro, pero alcanzan su misión de dar luz al camino que se mira desde aquí. Hervores de sabor llegan muy dilucidadamente hasta las narices de aquellas almas, lo que hace del lugar un espacio de descanso y pasividad. Un discurso, cual canto de aves sempiternas, reúne a todas aquellas almas en unidad única con el universo; todas miran al cielo como esperando la compasión de la creación misma. Las cantos se extienden de manera aleatoria durante toda la noche, aun no encuentro palabras ni la fuerza o valor para entrar, la explicación tendría que ser tan amplia para poder sostener la presencia mi ser como tal. Ahora veo correr un diminuto río hasta mis pies, al probar el agua percibo un sabor a sal, pero la sensación del agua en mi boca es de una amargura inefable. Alguien me llama dentro de la casa, percibo una voz lejana y tenue, aun no la reconozco; una fuerza oculta me hace levantarme y me da el valor para entrar, mientras recorro cada metro del jardín y después del patio, en todo momento, soy mirado detenidamente por todas las almas que están en el lugar, tengo una sensación de miedo y pasividad, alegría y esperanza que nunca hubiera podido imaginar, llego a lado de unas de la luces; entonces, todas las almas se juntan en una misma sonrisa y un adiós que me eternizara desde este momento. Ahora puedo partir, sin olvidar todas aquellas almas que aclararon mi partida. Mañana seré enterrado, pero no estaré, dejare mi cuerpo al encargo de la naturaleza que ahora me hará parte de su nutriente.

*Lic. en ciencias políticas y administración publica UAEM Correo: zweck_xx@yahoo.com.mx